Mi día a día

Mi día a día

Aunque eres un desconocido, lucha por tus sueños, que algún día llegarás a ser alguien.


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domingo, 17 de agosto de 2014

Fragmentos Libro Soñar V

Uno de los policías nos indicó que nos retiráramos hacia atrás, pero yo todavía estaba dentro, mientras el otro se dispuso a abrir la maleta.  El charco de sangre cada vez se hacía más grande. 
Cuando abrió la maleta,  algo cayó de ella, y el suelo se llenó completamente de sangre, me quedé mirando. ¿Qué es lo que había dentro de esa bolsa?
La bolsa se abrió y de repente vi como algo rodaba mientras salpicaba todo de sangre.
-       ¡Dios mío!, pero que eso,  parece…. ¡una cabeza! – grité. 
Se me pusieron los pelos de punta, me mareé, me dio una arcada, casi vomito.  A lo que me di cuenta,  en mis muñecas había unas esposas. Miré alrededor y vi que a Raquel también la habían esposado.
A los pocos minutos, otros policías nos cogieron a la fuerza y nos metieron en una furgoneta.
-   Pero, oigan,  ¿qué pasa?, porqué estoy esposado,  y donde me llevan.  Raquel, ¿qué está ocurriendo?¿qué has hecho? 

Ella no decía nada, sólo se reía.   Su sonrisa no era como antes,  parecía que estaba disfrutando con situación, me estaba dando miedo, mucho miedo.

Fragmentos Libro Soñar IV

De vuelta, como mis pocos chistes se habían acabado y ya teníamos confianza, le conté a Raquel la fantasía que tuve mientras estaba cambiando la rueda pinchada. Al poco que acabé de contárselo, salió de la carretera y se metió por un camino de tierra, paró el coche, y sin decirme nada se bajó. Por un momento pensé que se había enfadado por lo que le acababa de contar, pero quedé sorprendido en cuanto me llamó.
-       Aquí me tienes Nafel, tómame.
Rápidamente bajé del coche, Raquel estaba agachada casi igual como si fuera a cambiar la rueda, se le podía ver por igual el tanga transparente con el dibujo de piolín. Me acerqué, le levanté muy despacio la minifalda, seguí bajándole el tanga, le pegué unos suaves mordiscos a su pompis, luego la enganché con una mano del pelo y con otra la cara metiéndole en par de dedos en la boca, y empecé a  penetrarla una y otra vez.