Mi día a día

Mi día a día

Aunque eres un desconocido, lucha por tus sueños, que algún día llegarás a ser alguien.


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miércoles, 26 de febrero de 2014

Fragmentos Libro Soñar III

-   Te lo dije, o no te lo dije. Cumple con tu puto trabajo, no bajes la guardia, no llegues nunca tarde, te has pasado todas mis reglas por el puto coño, no me has hecho caso en nada, además te estás enrollando con otro que no soy yo. Mira lo que me obligas a hacer,  por poco no te mato, que cojones tengo que hacer para que entiendas que tu vida me pertenece - cagándose en todo, Gino dio un portazo y desapareció.
-  ¡Leyla, Leyla!,  respira,  soy yo Claudia. ¿Qué te ha pasado? Joder estás llena de sangre.  Despierta, mi niña despierta.  El cabrón de Gino  se ha vuelto a pasar de nuevo contigo, este animal al final te matará, tengo que sacarte de aquí como sea. –susurra Claudia.
Arrastrando el cuerpo de Leyla,  huye por la salida trasera y coge un taxi.
-    ¿Qué pasa? – dice Leyla con un hilo de voz
-  Por fin llegamos mi niña, quédate quieta aquí, yo debo volver rápidamente, para que no se enteren.


Pero ¿Que acabo de leer?  ¡Joder!, esto no me había pasado nunca, mi cabeza empezó a imaginar todo tipo de cosas, y de repente mi pene se había  hinchando tanto, que casi me revienta el pantalón, parecía un pavo preparado para una gran pelea.
Dejé de un lado mis finanzas.  Marqué el teléfono que me había dejado en la nota y, sin hacer demasiadas preguntas, ya iba de camino hacia el lugar del encuentro, tenía mucho morbo, eso de quedar con una desconocida me hacía fantasear, me ponía cachondo perdido, y me faltó poco para tener un orgasmo.
Una vez había llegado, apagué las luces del coche e inquieto estaba esperando ver algún movimiento, me encendí un cigarro,  y un ruido en el cristal me sobresaltó. Era ella, la hechicera, cuando la vi me atraganté con el humo del cigarro, llevaba un precioso vestido negro transparente, que escondía todo pero a la vez, dejaba mostrar todos sus encantos, su pelo era muy largo y estaba despeinado.
Perdido por un largo segundo, nos presentamos, ella se llamaba Samanta, intercambiamos cuatro palabras, y fuimos a tomar algo por ahí. Yo ya estaba borracho de solo verla, pero ahí le daba, copa tras copa, y para que todo fuera mejor, empezamos a beber tequila con limón.



Solo se escucha el murmullo del viento y las cañas se balancean suavemente de un lado a otro, me podría quedar aquí para siempre.
No pude elegir mejor,  hace tiempo que no iba de pesca, echaba de menos la tranquilidad del arroyo, no hay nada igual. Aquí puedo pensar tranquilamente, sin que los ruidos de la ciudad me molesten. Últimamente se me da bien eso de pensar y recordar una y otra vez los preciosos momentos de mi pasado más reciente.
No entiendo porque no puedo olvidar a Leyla, porque mi corazón palpita rápidamente al pensar en ella, no debería ocurrirme eso, no es la primera vez que me gusta una mujer, además, cada dos por tres estoy disfrutando con unas y con otras.
No es la primera vez que me pasa eso, han existido otras mujeres que me han dejado y mujeres que a las que yo he dejado, pero siempre, en cuanto conocía a la nueva, la anterior dejaba de existir, y sinceramente por todas tenía sentimientos.
Igual me estaba equivocando con lo que había sentido antes, realmente ninguna me hizo daño, por ninguna he sufrido, muchas veces me hacía hasta gracia, cuando alguna me decía que le ponía fin a nuestra relación.



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